“Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo: incluso aquel que no tiene otra cosa cuenta con eso.”

(Baltasar Gracián)

Un aforismo de los tantos que he oído a mi padre y tan bien se me ha quedado grabado. Sin él saberlo, la influencia de esta y otras citas se quedaron en mi cabeza siempre resonando y fraguando un deseo de vivir tan grande y un anhelo por el tiempo aún no vivido que me han llevado hoy a estar aquí, escribiendo estas líneas desde uno de los múltiples lagos de Nueva Zelanda, sintiéndome propietaria de mi tiempo más que nunca.

Hemos pasado un par de meses envueltos no sólo en la cultura australiana, sino en proyectos titiriteros en Melbourne, la capital de los títeres en las antípodas. También hemos seguido desarrollando nuestra investigación por las escuelas del mundo tras las vacaciones escolares del hemisferio Sur. Como bien supones, el proyecto de investigación de los títeres como metodología en la enseñanza de una segunda lengua ha sido en castellano y no en inglés, donde aquí es la lengua materna.

Pienso en todo lo vivido y no doy crédito a los 6 meses ya pasados. Tengo la sensación  de estar aprovechando al máximo cada momento presente, no llenándolo de actividades o contando los días  para que lleguen las vacaciones, sino haciendo que los días cuenten por sí solos (y aquí menciono la mítica frase de Muhammad Ali, que todo aquél que haya pasado tiempo en el Roco de la Complutense conoce, que cobra todo valor en mi nuevo presente)

“No cuentes los días

Haz que los días cuenten”

El tiempo no se detuvo, de hecho tengo la sensación de vivir en el futuro desde hace meses, con la tremenda diferencia horaria respecto con mi Madrid natal, y cada día siento el gozo absoluto al hacer lo que más nos apasiona.

Y sí, tenemos ciertas rutinas no impuestas, como hacer deporte y algo de yoga a diario, jugar y practicar con nuestros títeres y malabares, mandar mails a embajadas, consejerías, centros culturales y escuelas de próximos destinos con nuestro proyecto. Sin embargo, nunca antes me había parecido tan satisfactoria mi rutina.

En cada lugar que estamos desarrollamos nuevas pequeñas rutinas que duran el tiempo que estamos en ese sitio. Así en las selvas tropicales de Queensland, Mission Beach, nuestra rutina consistía en hacer nuestras horas de trabajo a cambio de alojamiento, darnos varios baños en la piscina, pasear en busca de Cassowarys (que no tuvimos la fortuna de encontrar) y escribir y entrenar en frente de una frondosa selva. En Byron Bay, por ejemplo, mi rutina era dar un paseo matinal hasta el faro, hacer ejercicio en la playa, desayunar en nuestro gran apartamento y salir a darnos un baño con nuestro genial anfitrión. También, al caer la tarde salíamos a hacer algo de dinero con nuestro títere Paco, en el pueblo de los buskers de Australia. Y así, como cualquier otro ser humano, vamos buscando pequeñas rutinas que nos hacen sentirnos seguros y con un hogar.

Cuando se vive viajando el mundo se convierte en un nuevo hogar. Hemos convivido con locales que nos han ofrecido su hogar durante nuestra estancia allí, y lugares donde seremos siempre bienvenidos. Nuestro amigo Greg de Byron nos ofreció un hogar y la oportunidad de conocer a alguien que decidió cambiar su vida completamente con 60 años. Nos invitó a riquísimos zumos al volver de la playa y nos presentó a bellísimos seres humanos con una filosofía de vida coherente y sostenible y, sobre todo, creyó en nosotros desde el primer momento. La primera pregunta que nos hizo, de muchas que vendrían después en charlar infinitas, fue la misma que una niña de 5 años en Bali, tras nuestra actuación y presentación en el Green School:

¿por qué queréis visitar colegios de distintas partes del mundo con vuestros títeres?

El día que no sepamos qué responder, imagino que dejaremos de hacerlo. Se me llena la cara con una sonrisa al saber y especialmente sentir tan claramente la respuesta.

En este momento mi escritura se ve sorprendida por un tema de música que usamos para nuestro primer espectáculo de Naranjarte hace 7 años. Mi recuerdo ahora no sólo se asocia con nuestro espectáculo, sino a nuestra primera noche en casa de Karl, nuestro vecino paracaidista de Cairns. Al oírla, Sergio y yo nos miramos y la consideramos como una señal; estábamos donde teníamos que estar. Karl nos presentaría a Buddy, quién nos prestó su furgoneta para viajar y movernos por la zona y nos presentó a Eric, quién nos dio trabajo actuando en las fiesta de Navidad del barrio. Con Karl y su hija Lili descubrimos los ríos escondidos de Queensland y el mundo de viajeros moteros. Nuestro anfitrión de CouchSurfing nos acogió en su hogar por 10 días, compartimos viajes y soñamos juntos un mundo más sostenible con lugar para otras maneras de vivir. Con su hijo pasé horas jugando con mi títere que se convirtió en su mejor amigo aquéllos días y al que le escribía cartas.

En 3 meses en Australia la lista de hogares que hemos tenido es interminable.

Todos ellos son sponsors de este gran proyecto mundial en el que nos embarcamos. Algunos ofreciéndonos su casa, otros casa, comida y hasta un billete de autobús como nuestros amigos granjeros músicos que conocimos en un festival de música folk en el que actuamos.

Nuestros últimos huéspedes australianos y grandes amigos nos ofrecieron un estudio precioso en el que ensayar y un hogar en los bosques de Victoria, donde venía cada noche a visitarnos al jardín el gran canguro gris Roy. Y gracias a otros titiriteros de Melbourne hoy nos encontramos programados en Nueva Zelanda en un festival.

Y sí, todos ellos de una y otra manera son facilitadores de este proyecto y protagonistas también de este viaje, todos ellos seguirán viajando con nosotros en otros países.

Cada vez estoy más convencida de que el mundo está lleno de gente maravillosa y generosa; son muchos más pero es verdad que hacen menos ruido (como decía el tío Paco).

Y esta frase, que podría ser de Ikea, asalta mi pensamiento:

“Home is where the heart is”

Pero se me antoja “tunearla” cobrando mucho más sentido ahora para mí:

“Home is where the host is”

GRACIAS A TODOS LOS QUE HACÉIS POSIBLE ESTE SUEÑO, QUE HOY ES NUESTRA REALIDAD.